Los estados de la mente

Es común, cuando comenzamos a trabajar con la mente, llegar a estados alterados que nos hacen dudar de si hemos escogido el camino adecuado. Estos estados, siempre los identifico como sustratos o capas que son especialmente difíciles de atravesar, dependiendo de las particularidades de cada mente y del apego a estructuras mentales antiguas. Es como si una parte de la mente quisiera seguir instalada en lo viejo por el miedo que supone comenzar a contemplar el mundo desde otra perspectiva.

He seleccionado estos párrafos del libro “Ingeniería Interior”, de Sadhguru, porque me parece que explican muy bien esos procesos, y desde una perspectiva alternativa pero complementaria a la que utilizo normalmente. Espero que lo disfrutéis y os haga llegar la confianza necesaria para afrontar estos cambios que, sin duda, darán lugar a una mente libre y feliz.

¡Ánimo con vuestro trabajo!

«La mente puede estar en cinco estados diferentes. Puede estar inerte: no ha sido activada y se encuentra en un estado rudimentario. Si la energizas un poco, se activa pero está sumamente dispersa. Si la energizas un poco más, deja de estar dispersa pero comienza a oscilar; si la energizas un poco más, se concentra en un solo punto, y si la energizas aún más, se vuelve consciente.

Cuando esto ocurre, tu mente se vuelve mágica, un auténtico milagro: se convierte en un puente hacia lo infinito.

La gente simplona lleva a cabo todas las actividades corporales mucho mejor que los llamados intelectuales. Disfrutan de una cierta paz porque se necesita cierta inteligencia para crear alteración y caos. Una mente inerte está más cerca de la naturaleza animal que de la humana.

Al iniciar una práctica espiritual la gente puede experimentar un nuevo nivel de activación que quizá no sea capaz de manejar si no se encuentra en un entorno adecuado. Puede que interpreten esta actividad de la mente —alimentada por un nuevo nivel de energía en el organismo— como una alteración mental. Se trata de una paranoia generalizada por el temor a lo nuevo; pero, en realidad, lo que está sucediendo es que están avanzando desde un estado de inercia hacia un nivel de mayor vitalidad.

Cuando las personas que tienen mentes sumamente dispersas inician una práctica espiritual, alcanzan un estado en el que, si bien la mente se vuelve menos errante, comienza a oscilar en una dirección y otra, lo cual es, sin embargo, un gran paso con respecto al estado anterior, en el que la mente se dirigía en diez direcciones a cada momento.

Si esa mente oscilante recibe más energía, poco a poco va entrando en un estado de concentración, o como se dice en yoga, «unidireccional», que es bastante mejor que la fase anterior; pero el estado más elevado tiene lugar cuando la mente se vuelve consciente. El instrumento más milagroso no son los ordenadores, los coches o las astronaves, sino la mente humana cuando se usa de forma consciente.

Una vez que se han organizado los pensamientos, las emociones también se organizan. Poco a poco el cuerpo y la energía se encaminarán también en la misma dirección. Sin embargo, el orden en que esto suceda podría variar dependiendo de tu disposición individual.»