Aprender a soltar

"La vida no es lo que tú eliges; es lo que te toca". Hace unos días escuché esta frase a la madre de un niño del equipo de ciclismo que entreno. Me dejó sorprendida la contundencia, claridad y firmeza con que se lo dijo, y también la manera en que él lo aceptó. Estábamos terminando un juego, había llegado la hora de irse y los niños querían seguir jugando. Cuando les dije que no, empezaron a protestar y fue ahí cuando la madre respondió a su hijo de esa manera. 

Seguramente, algunas personas pueden pensar que es una frase limitante, porque parece que, por un lado, invita a tirar la toalla, a conformarse. Pero, en el contexto en que sucedió, tenía mucha lógica y sentido. No podemos estar peleándonos con la vida cada vez que algo no sale como queremos. Se lo digo muchas veces a mi hija: está bien persistir, pero insistir cuando vemos que "por ahí no es el camino", es extenuante y supone una pérdida de energía. 

Nos cuesta mucho soltar, porque generalmente lo vemos como una falta de fuerza o un signo de debilidad; pero, en realidad, soltar las situaciones y dejar que sean como son, es de las cosas más sanadoras que conozco. Una de mis frase favoritas dice algo así como: Haz lo que puedas; el resto déjaselo al destino. 

A veces, nos empeñamos en forzar situaciones para conseguir algo que creemos que nos hará felices; pero aprender a admitir lo que nos llega, lidiar con las emociones que nos genera y DECIDIR cómo tomárnoslo, es el verdadero aprendizaje. Pongo la palabra "decidir" en mayúscula, porque ahí es donde podemos verdaderamente hacerlo. Tendemos a pensar que la libertad es elegir lo que nos va a suceder en la vida; pero la verdadera libertad es aprender a vivir con lo que ésta nos tiene reservado. 

Libertad no es pensar que voy a ir a una clase de ciclismo fantástica, donde mis entrenadores van a proponer sólo los juegos que me gustan y todo va a salir como yo creo. Libertad es saber que, pase lo que pase en esa clase, yo elegiré pensar que es lo que me toca y que, de alguna manera, es bueno para mi crecimiento. Esta es la dirección que tienen que tomar mis pensamientos, porque es lo que me depara la vida en un futuro. 

Claro que podemos soñar y apuntar alto; muy alto. De hecho, si aprendemos a soltar, podremos apuntar más alto aún. Porque sabemos que, si nuestro sueño no se cumple, saldremos reforzados.